domingo, 8 de agosto de 2021

Messi llora

 

Pensábamos, unos pocos, no vaya usted a creer, que la civilización es el cumplimiento de la ley y nos damos cuenta de que no. Los catalanes, que siempre van por delante, nos han abierto los ojos. La civilización se condensa en los pucheritos del un futbolista. A lo mejor es que se le ha caído un céntimo al suelo y no lo encuentra. En los años que ha estado en Barcelona ha aprendido lo fundamental: la pela es la pela, que no cunda el pánico, que todo va bien. La semilla ha hecho lo que tenía que hacer.

Él no quería, amantísimos hermanos, no quería. Estaba convencido de que iba a seguir. ¿Y en qué se basaba para tener ese convencimiento? Algún equipo de asesores le habría hecho un estudio de viabilidad y le dijo que podría seguir. Ah, pero ese equipo de asesores no tuvo en cuenta que el Barca es mes que un clup, y si alguien te dice que el Barcelona es más que un club es que te quiere engañar. A ti y a quien sea. Consecuentemente, el Barcelona no es de fiar. Y no lo será hasta que no sea más que un club de fútbol. Entonces ya empezará a tener seriedad, pero no toda, porque eso del fútbol…

Además, dice que no estaba preparado para irse. ¡Anda, qué sorpresa! Imaginemos a cualquier trabajador de esos que van a llorar de verdad a causa de la marcha de Messi en una situación como esta: Lo llama el encargado y le dice: no vuelvas más. ¿Pero por qué?, pregunta el trabajador, no puedes dejarme en la calle, tengo que alimentar a mi mujer y a mis hijos (perdonen que no lo ponga en la cosa que ideó Pompeyo Fabra, porque no sé). Es que no estuviste en el sitio que te marqué el 11-S, le responde el encargado. Sí que estuve. Cuando fui a controlarte no. Hubo un momento en que tuve que entrar en un bar para ir al baño. Lo dicho, no vuelvas.

Hay que estar preparado siempre para todo.

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