lunes, 10 de octubre de 2022

Con respecto al suicidio

 

Ahora que están las hipócritas cortándose la puntita nada más, o dándose un tijeretazo con rabia, en ‘solidaridad’ con las mujeres de Irán, a las que recordemos que están asesinando y apaleando, lo digo para que se vea lo ridículo del gesto, he recordado esas notas que he visto en los hospitales u otros centros públicos en los que se recomienda ‘diálogo’, para evitar los suicidios. Viene a ser lo mismo. Es un pequeño gesto con el que se pretende hacer creer que el asunto importa.

Para Albert Camus el suicidio es la cuestión más importante de la filosofía. También explica que un desprecio o una mirada desdeñosa pueden ser la gota que colme el vaso y lleve a alguien a tomar la fatal decisión.

He conocido a varios suicidas y todos han sabido ocultar cuidadosamente su propósito a quienes podían hacerles desistir, por ser personas a las que apreciaban. Sí que podían contárselo a quienes les resultaban indiferentes, porque no tenían ningún poder sobre ellos. Es muy fácil recomendar diálogo y ya está.

Es más complicado procurar que en la medida de lo posible reine la armonía en la sociedad y que la vida resulte menos angustiosa, porque se crea empleo y hay oportunidades.

Es fácil intuir que el sectarismo, que cada vez tiene más fuerza en la sociedad, hace que vida sea más áspera y que proliferen esas conductas tan peligrosas para las personas susceptibles de optar por quitarse en medio.

Si los valores morales con los que se venía rigiendo la sociedad, de modo más o menos palpable, pero ahí estaban, son sustituidos por una serie de normas caprichosas y cambiantes, si la verdad es sustituida por la posverdad, desaparecen esos asideros con los que la gente con problemas puede agarrarse a la vida.

No me sorprendería que con los tres gobiernos socialistas que hemos tenido y especialmente con los dos últimos el número de suicidios haya aumentado.

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