Años atrás, Rosa Belmonte lo bautizó como Pedro de la Preveyéndola, como una evocación de Pico della Mirandola. Pero José Alejandro Vara cuenta que en el debate con Feijóo volvió a las andadas: vertir y preveyeron. Los suyos le tienen miedo y no se atreven a explicarle que así no se puede ser presidente del gobierno. Está a la altura de los podemitas.
No seguí el debate, claro. Duele ver que el presidente de España es grosero, chulo, narcisista, tramposo, embustero, prepotente, maleducado y un sinfín de cosas más, ninguna buena.
Hubo socialistas de modales muy pulcros, que si vivieran, sólo con ver actuar a Sánchez romperían el carnet. Pienso en Félix Pons, Francisco Fernández Ordóñez, Pedro Aparicio… Paco Vázquez, otro cuya educación se percibe primorosa, lo rompió.
Una pregunta que se hacía el personal, al estilo de los antiguos griegos, era: ¿en qué consiste ser socialista? Actualmente no tiene sentido: en aplaudir a Sánchez.
Dicen que no lo pueden destituir, porque desactivó los mecanismos internos del partido que permitían hacerlo. Pues sí que pueden. Si dimitieran todos los diputados y senadores socialistas, que es lo que harían si apreciaran su honra, no le quedaría más remedio que irse y dejar de hacer maldades.
Pero la guinda vino cuando el Doctor en Economía -cum fraude, como todo el mundo sabe- soltó aquello de: «es peligroso decir que el dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos». Si lo sabrá él, que tiene el suyo a buen recaudo. Se lo pagamos todo, las vacaciones, el maquillaje, el CIS que labora para él y sólo para él, los viajes en Falcon… Todo lo que se le ocurre.
Luego se quejará de que le llamen doctor con guasa. El dinero, en manos de quienes lo han ganado con su esfuerzo, circula y sirve para crear puestos de trabajo y, fundamentalmente, que sus dueños puedan comer.
En manos de la Administración, y sobre todo de la actual, se derrocha de forma lamentable e impúdica. Tanto que ha costado de ganar y luego que pase a manos de esos. Y de esas.
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