Consiguió prestigio años atrás mostrando una actitud enteriza y consecuente. Se puede ser de derechas o de izquierdas, pero si se comporta con integridad da gusto. En este caso se ha venido a ver que era todo fingimiento. Yo leía todos sus artículos, por eso cuando se quitó el disfraz y comenzó a amarillear lo vi enseguida. Ya no lo volví a leer. Han pasado unos pocos años de eso. Hoy he visto de forma casual uno de sus artículos, en plan estrella -antes lo era pero no se le resaltaba tanto- y lo he visto ya, definitivamente y sin remedio, en la trinchera disparando balas cargadas de demagogia.
Cuan un periodista levanta una trinchera, traiciona a su oficio. Manipular siempre está mal, lo haga quien lo haga.
Quienes hunden la Sanidad son quienes se gastan todo el ‘dinero público, que no es de nadie’. Quienes la llenan de enchufados, quienes ponen en los cargos a hombres o mujeres de paja.
La derecha ha hecho tonterías con la Sanidad, pero la idea con que la hizo no iba desencaminada. El sector privado está mejor gestionado que el público. Otra cosa es que luego no hayan acertado con la fórmula para llevar a cabo la prueba.
La conclusión que se extrae es que la Sanidad ha de ser pública, pero se ha de gestionar como si fuera privada.
El hecho cierto es que para poder mantener el Estado del Bienestar es imprescindible que la Administración reduzca sus gastos hasta quedarse con lo justo para funcionar. Y lo que hace el gobierno es aumentarlos de forma desmesurada.
Gracias al diputado Cambronero se ha sabido que hay un fármaco muy eficaz contra el cáncer que la Sanidad no financia porque es muy caro.
Pues ese medicamento debería tener prioridad sobre los ministerios inútiles, sobre las televisiones regionales, sobre los caprichos de los nacionalistas, etcétera.
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