jueves, 13 de octubre de 2022

Sánchez abusa; el Rey, con su señorío habitual

 

Adolfo Suárez nunca habría consentido que lo pudieran considerar cobarde; cuando dijo lo de «puedo prometer y prometo», era verdad que podía prometer y cumplir lo prometido. La presidencia de la nación luego se ha ido degradando hasta llegar a la situación actual. Y si los españoles lo consentimos, aún se degradará más. Sólo hay que fijarse en la patulea que mete mano en el erario como si fuera un botín.

Bien, pues el caso es que, como todo el mundo sabe, Sánchez sí es cobarde. Iba hacer casi treinta actos ‘con la gente’, pero se ha dado cuenta, ¡por fin!, de que la gente no lo traga, prefiere al Rey. Debería fijarse en que Zapatero es tan canalla como él y, sin embargo, sí que era aceptado por los ciudadanos. Quizá porque no mostraba chulería y disimulaba la prepotencia.

Sánchez, haciendo gala de la grosería congénita en él, ha hecho esperar a Fernando VI para evitarse los abucheos. ¡Pobrecito, qué miedo ha pasado! No los ha evitado, de todos modos, pero quizá con esa táctica haya recibido.

Luego ha tenido que estar junto al Rey y ahí ya se nota la diferencia. No puede disimular su condición de patán, de tipo sin clase, de modales zafios. Seguramente, él no lo ve así y Nadia Calviño tampoco, pero las cosas son como son.

Han salido algunos a decir chorradas, como es el caso de Echenique, que lo que consiguen es que la Monarquía se consolide en el afecto de los españoles. Si lo que dicen tuviera sentido o lógica, pero lo que lleva es carga de mala intención, de inquina cerril. Seguramente, el podemita sabe que la inmensa mayoría lo repudia, pero también que hay una pequeña balsa de votantes que quiere conservar para poder seguir viviendo a costa del presupuesto.

Adriana Lastra se ha hecho eco de algo que al parecer ha dicho Alfonso Guerra y es que a los españoles les cae mejor la cabra que Sánchez. Pues claro.

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