La función de todo gobierno es procurar el bienestar a los ciudadanos, administrando del mejor modo posible los fondos que recibe para este fin, que son los impuestos.
La prioridad, pues, es defender la vida. En la lista de necesidades que hay que cubrir, la defensa de la salud ha de estar en los primeros lugares. Sin embargo, quienes sufren esta dolencia afirman que el gobierno los empuja a optar por la eutanasia, porque sale más barata. O sea, que ya no es que se haya aprobado esa ley, lo que supone una atrocidad más de las de este gobierno, sino que luego la propicia o la fomenta, lo cual supone una traición a los ciudadanos. Las acciones del gobierno, de ningún gobierno, deberían estar motivadas por la ideología, eso queda en el ámbito del partido. El Ejecutivo debe actuar con limpieza, cumpliendo el mandato recibido de los ciudadanos.
El gobierno gasta mucho dinero en actividades que en modo alguno pueden considerarse prioritarias. Distribuye el gasto de forma arbitraria, apoyándose en partidos que no ocultan que no desean el bien común, sino el suyo propio.
En este sentido, si el gobierno se desentiende de personas que están precario, a pesar de que insistió que no se quedaría nadie atrás, y muchas de ellas, carentes de medios para defenderse de su dolencia, optan finalmente por la eutanasia, no porque la deseen, no porque no quieran vivir, sino porque en sus condiciones no pueden vivir. De modo que el gobierno, que me representa a mí, como a todos los españoles, en mi nombre y en el de todos los demás, deniega la ayuda, o sea, traiciona, a quienes la necesitan y tienen derecho a ella.
Supongo que los votantes socialistas que siguen apoyando al gobierno no serán capaces de entender estas nociones tan simples. Y si las entienden no estarán de acuerdo con ellas, son capaces de inventar la cuadratura del círculo para justificarse.
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