Quienes tenemos el vicio, llamémosle así, de seguir las noticias desde la infancia, sabemos que los medios dependen de las subvenciones. Algunos, no sé si muchos o pocos, pensamos que deberían estar prohibidas, puesto que sin prensa libre no hay democracia. Pero las cosas son como son, y aunque fueran de un modo mejor ocurriría lo mismo, o sea, no somos pocos quienes optamos por sacar nuestra propias conclusiones. Veamos:
El Banesto, acrónimo de Banco Español de Crédito, era el primer banco de España, pero su modelo de empresa y de gestión era tan vetusto como su presidente, cercano a los cien años, cuyo nombre omitiré por compasión. Se iba a desplomar de un momento a otro. El banco digo.
El ministro de Economía era Solchaga, también conocido como el enano de Tafalla, y nadie ha negado nunca sus conocimientos financieros. Era amigo de Sánchez Asiaín, presidente del Banco de Bilbao. Ambos habían visto la situación y preparaban la jugada.
Alfonso Guerra se enteraba de todo. Las paredes escuchaban para él. No se llevaba bien con Solchaga.
La prensa empezó a hablar de Mario Conde, número uno en todas las oposiciones a las que se había presentado. Con los beneficios de la venta de Laboratorios Abelló, Conde y Abelló compraron el diez por ciento del Banesto, un banco sobre el que se cernía la ruina, pero como era el primer banco de España no llamó la atención.
El Banco de Bilbao lanzó una OPA sobre el Banesto que se presumía que iba a ser un paseo militar. Mario Conde dio un puñetazo sobre la mesa y se encaramó a la presidencia del Banesto, en vista de lo cual los accionistas no vendieron sus acciones.
Mario Conde se convirtió en la figura del momento, el español más envidiado. Ofreció a los empleados del banco la posibilidad de convertirse en accionistas. Se les concedería el préstamo que pidieran para comprar el número de acciones que quisieran. Podrían pagar las cuotas con los dividendos. No faltaron los empleados que hicieron grandes compras y, como se les había prometido, pagaban las cuotas con los dividendos.
Alfonso Guerra hizo cabrear a Felipe González con aquello del cocinero y camarero, y fue destituido.
Fuera del gobierno Alfonso Guerra, el Banesto fue intervenido y sus acciones perdieron todo su valor y el banco estuvo años sin pagar dividendos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario