En principio es muy buena noticia, porque hasta el momento quienes dirigían esta red social lo hacían con notoria arbitrariedad. Ahora bien, cabe esperar que Elon Musk también sienta esa tentación y ya veremos si logra controlarla.
Aparte de eso, tampoco se pueden esperar milagros. A una social accede personal de todo tipo, desde personas de gran calidad y educación esmerada hasta otras que no tienen ni idea de lo que es la educación, como es el caso de los podemitas y similares, rufianes y tal, cuya calidad viene a ser la de Echenique u Otegui. Lógicamente, abundan más estos que aquellos. No se pueden poner personas ni algoritmos a controlar los desmanes, porque el resultado es peor.
Quien acceda a la red ha de saber dónde se mete y bastante es que no se vea en desventaja frente a otros, como ocurría hasta el momento.
La primera norma a tener en cuenta por los usuarios es que no ofende quien quiere, sino quien puede. No hay que hacer caso a las ofensas en la red y si quien las hace actúa con pseudónimo todavía menos. Hay que tener la mente fría y actuar con sensatez. En este medio no cabe la pasión.
La segunda cuestión que conviene tener presente es que la izquierda serena y democrática ha sido apartada, anulada y catalogada como facha. Lo que queda es ruido y furia. Los que actúan en ella saben que tienen el debate perdido, porque las cosas que promueven no tienen defensa posible. Las imponen como dogmas y excomulgan (consideran enemigos) a quienes no las aceptan. Se sirven de soniquetes que repiten una y otra vez y sus votantes se los suelen creer, aunque no resisten ni el más ligero análisis. Hay que considerar esto por si merece la pena o no enfrentarse a ellos en la red.
Hay sediciosos, comunistas y terroristas dando lecciones de democracia. Su descaro es absoluto.
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