Los socios de Sánchez van a conseguir que su estrella, la de él, se apague. Empezó Irene Montero -con qué brutalidad contestó a una señora que le reprochó la compra de su chalet- la que con su ley favorita sepultó las opciones de Sánchez de repetir como presidente del gobierno.
Luego, Otegui, como si Sánchez no tuviera bastante con lo de «¡que te vote Chapote!» incluyó una larga serie de terroristas en la lista electoral de Bildu. Ya tenemos a ETA en la campaña. Y a Tezanos.
Por si no fuera bastante, aparece Belarra con una camiseta en la que figura la imagen del hermano de Ayuso. El error es de bulto, porque la presidenta de Madrid goza de las simpatías de toda España y porque el asunto de su hermano salió a la luz de forma ilegal.
Los datos de los particulares que obran en poder de Hacienda son absolutamente confidenciales y las transacciones comerciales que se dieron a conocer de forma fraudulenta eran absolutamente legales y, en cualquier caso, no tenían nada que ver con la presidenta. O sea, que en este caso, Belarra ha mostrado torpeza y mala intención.
Peor todavía es que pretenda legislar en contra de Desokupa y que insulte a sus componentes con el apelativo de gentuza. Pues no, son benefactores de la humanidad y así lo piensan todas las personas honradas que, a la vista de que el gobierno protege a los delincuentes mediante leyes que les favorecen, recurren a Desokupa o piensan hacerlo si se ven en mal trance, como si fueran los ángeles de la guarda.
Belarra ha puesto de manifiesto, con su torpeza, que toda la propaganda del gobierno con la que pretende hacer creer que ha hecho un bien es mentira, porque lo que se pretende es hundir la economía. Ya está claro que la obsesión de Sánchez es que quien le suceda tenga muy difícil no fracasar.
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