miércoles, 31 de mayo de 2023

El destino de Sánchez

 

Sánchez camina hacia su destino con paso firme y sin titubeos. Está enfermo, puesto que no es capaz de dominar sus pasiones, es un esclavo.

Si fuera capaz de detenerse a hacer cálculos sobre lo que le conviene, habría actuado desde el primer momento de forma muy distinta, ocultando sus intenciones, aparentando ser otra cosa, como hacen todos los que se disfrazan de lo que no son y los hay que consiguen dar el pego hasta el final.

A Sánchez se le nota que necesita satisfacer sus deseos de forma inmediata y si no lo consigue se enfada mucho y se venga si puede en cuanto puede. A veces ha de contenerse, porque si no lo hace las consecuencias pueden ser malas para él.

Que para satisfacer sus apetitos ha tenido que traicionar una y otra vez a todo el mundo y sobre todo a sí mismo es cosa sabida, salvo para los ciegos voluntarios, los afectados de sectarismo.

Este camino emprendido por él tiene un final lógico, puesto que el hilo llega un momento en que se acaba. Si tuviera algún dominio sobre sí, se habría dado cuenta de que es su caso. Pero, sobre todo, habría actuado de forma diferente desde el primer día. Se hubiera puesto un disfraz, como hacen tantos, para hacer creer lo que no es. Los hay que consiguen no ser descubiertos nunca. Pero llegados a su situación actual lo que procede es dimitir, que es lo que haría si tuviera nociones de lo que es la dignidad.

Tampoco se ha dado cuenta, en su torpeza, de que España cuenta ahora con un arma formidable, contra la que él no puede nada. Se llama Isabel Díaz Ayuso, la musa de los españoles de bien. Si él es cobarde y lerdo, ella es valiente y despierta. Si él se esconde, ella sabe dar la cara siempre.

Sánchez debería saber, o alguien se lo debería explicar, que siempre que se enfrente a ella perderá y además haciendo el ridículo.

El destino hacia el que va Sánchez es el fracaso total.

Esos libros míos

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