Ha criticado unas medidas que ha tomado Meloni, simplemente por cálculo electoral en España. Es como cuando Zapatero ofendía los Estados Unidos, aunque con ello perjudicase a España, porque gustaba a sus votantes.
Ahora, Sánchez hace lo contrario, con tal de sacarse una foto con Biden, firma unos compromisos que tendrá que atender el gobierno que le sustituya.
Yolanda, al criticar a Meloni, no tiene en cuenta que es vicepresidenta del gobierno de España y como tal no debe inmiscuirse en los asuntos políticos de un gobierno aliado. Evidentemente, es una mujer sin educación alguna, que solo atiende a su propio provecho aunque con ello se ponga en evidencia. ¿Qué más le da? Si con ello consigue un voto más de los que tenía ya se da por satisfecha.
Aparte de su falta de educación, está su desconocimiento. Ni tiene en cuenta la situación de Italia, ni los efectos prácticos de esas medidas que critica, que parece ser que sí, que funcionan, puesto que han hecho decrecer el desempleo. O sea, que Yolanda no sabe crear empleo en España y se permite el lujo de intentar arreglar Italia. No me sorprendería que Meloni se burlara de ella.
Los memos españoles que piensan votar a Yolanda, porque hay que ser memo para ello, muestran gráficos sobre los puestos de trabajo que supuestamente se deben a la labor de ella. Omiten un dato importante: el desorbitado crecimiento del empleo público. Es decir que los trabajadores del sector privado son quienes pagan los sueldos de esos nuevos funcionarios. Una subida más de impuestos.
La Función Pública es imprescindible, pero cada funcionario de más que hay es una carga para las espaldas de los contribuyentes.
O
sea, que esta Yolanda que, traición mediante, quiere formar €un
nuevo partido, que para más recochineo, porque no sabe ni cuántas
son dos y dos, se llamará Sumar, tiene todo lo que necesita alguien
para ser rechazado no ya como ministro, sino como político.
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