O pena, según se mire. Va el tío y dice: «Lo primero que desokuparon fue su cerebro». Puesto que se refiere a muchos, debería haber escrito «sus cerebros». Con esta corrección sería gramaticalmente correcta la frase, pero conceptualmente aberrante, puesto que son ciudadanos que pagan impuestos, o sea, demócratas, que se quejan de que se proteja a los delincuentes. Sin el respeto a la propiedad privada no puede haber democracia.
Les llama descerebrados porque defienden uno de los fundamentos de la democracia. Y aquí entramos en la otra vertiente del asunto: la inteligencia es lo que mejor repartido está, puesto que todo el mundo está conforme con la que tiene. Y con este individuo que ejerce el periodismo tenemos una prueba.
Hago un inciso para aclarar que si no he dicho el nombre es porque no hace falta. Supongo que muchos de quienes han llegado hasta aquí ya saben quién es, y los que no lo saben todavía lo adivinarán pronto, porque voy a añadir que compadrea con terroristas, se abraza con ellos y los entrevista en un programa que se conoce que tiene. Digo esto porque hace muchos años que no me apetece ver la televisión, y no la veo. Y si la viera jamás caería yo en un programa de telebasura.
Alguien que trabaja como periodista y no tiene unas nociones básicas sobre la ley, lo que es bueno y lo que es malo, sobre criminales y víctimas, ciudadanos honrados y golfos y delincuentes, no puede presumir de tener cerebro. De ser un despabilado sí. Porque seguramente, en estos tiempos que corren en los que se han perdido de vista algunos valores necesarios para la convivencia, por lo que se acabarán recuperando, como son la educación, la sensatez, la vergüenza, la honradez, etcétera, toda esa gente que está dispuesta a votar a Ribò, Colau, Maestre, es capaz de seguir también a este periodista, con lo cual le proporciona pingües beneficios. Económicos. Si se conforma con el dinero...
No hay comentarios:
Publicar un comentario