La experiencia demuestra que a la izquierda, afortunadamente no a toda, le fascina la ‘justicia social’. El adjetivo, cuando no da vida, mata, y en este caso la justicia se convierte en linchamiento. Lo vivió Rita Barberá en sus carnes.
Lo que se le hizo a ella no es admisible en ningún caso, ni siquiera a Mónica Oltra. Digo esto porque nadie puede negar que Rita Barberá amaba a Valencia y Mónica Oltra es depravada, como todos los asnos benditos de Compromís. Digo benditos y no creo que los hayan llevado a bendecir el día de San Antonio.
Durante seis años se fueron lanzando insidias, desde los medios valencianos contra unas personas totalmente inocentes. Me refiero al caso IVAM. Se recibían informes procedentes del juzgado e inmediatamente eran publicados. Los medios no pedían su opinión a las personas que resultaban perjudicadas, porque parecían ser culpables de corrupción.
El día en que los medios hablen de la corrupción de los medios serán creíbles. Una de las mayores fuentes de ingresos que tuvieron en el pasado fue la de los anuncios por palabras, desaparecidos estos han de financiarse de otro modo y quien paga manda.
No es que no pedían su versión a los implicados, para dar la información completa a los lectores, sino que tampoco publicaban las cartas al director que les mandaban los abogados defensores en las que ponían las cosas en su sitio.
Estos abogados también pedían al juzgado, en vano, que se impidieran las filtraciones a la prensa.
De modo que durante todo ese tiempo unas personas fueron consideradas corruptas y el daño hecho persiste.
Que el caso se dilatara durante seis años también clama al cielo. Finalmente, se celebró el juicio y la acusación hizo el ridículo en todas sus partes. Los acusados demostraron su inocencia y quedó patente la perversidad de los acusadores. Los inocentes siguen siendo corruptos por mucha gente y de entre los perversos ninguno ha pedido perdón, ni ha dimitido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario