Resignados a vivir en el mundo de Jauja, sabiendo que los lujos de hoy los pagaremos mañana, no se oye a los políticos decir que hay que recortar gastos, como si no lo supiera todo el mundo.
La parte gubernamental ni se lo plantea. Al contrario, anuncia más y más Jauja. Un tal Garzón, aledaño al gobierno, dice que la deuda no hay que pagarla. ¿Querrá que España caiga en las garras de China?
Rajoy no se atrevió a recortar donde debía y se cebó con los indefensos. Pensionistas, funcionarios y demás.
Claro que todavía no es la hora de Feijóo. Hipotéticamente, será a finales de año. Si es, y ojalá que sí, porque la situación es calamitosa en todos los órdenes.
Pero los gobiernos regionales, en el caso de que sean de la derecha, porque los de la izquierda optarán por aumentar el gasto, pueden empezar a tomar medidas que marquen el camino de forma clara a Feijóo si finalmente consigue el control del gobierno.
Los gobiernos regionales en manos de la derecha pueden empezar por suprimir todo aquello que no es estrictamente necesario para el funcionamiento de la Administración. Pueden cerrar las televisiones, suprimir, en el caso de Valencia, la Academia Valenciana de la Lengua, cambiando el Estatuto si es necesario, el Consejo Valenciano de Cultura, el Consejo Consultivo Jurídico, el Síndico de Agravios, y siguiendo ese camino, todo lo que no es absolutamente necesario. También se puede poner orden en las subvenciones, legislando para que se concedan según unos requisitos previos, prohibiendo toda arbitrariedad. Habría que dejar claro que no todo aquello que se presente como religión es respetable y merecedor de que se le subvencione. El Islam, por ejemplo, es una religión nociva.
Otra cuestión a tener en cuenta es la fusión de ayuntamientos.
Reducir gastos es una necesidad apremiante, porque la opción de la izquierda es aumentarlos aumentando también los impuestos, con lo cual el colapso financiero es inevitable y España tendría que ser intervenida por el tenedor de la deuda.
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