viernes, 19 de mayo de 2023

Con Ayuso, contra ETA

 

Consideraciones previas: Si los padres de la Constitución hubieran pensado en el bienestar de los ciudadanos habrían caído en la cuenta de que con la cadena perpetua la banda terrorista habría sido derrotada en un plazo muy breve de tiempo.

Y si hubieran seguido con la misma línea de pensamiento habrían dado en la idea de que la independencia judicial irreversible era el mejor modo de reducir la corrupción y de evitar los bochornos que hemos venido pasando desde entonces.

Pero no pensaron en lo que debían, sino a saber en qué, por lo que los sucesivos gobiernos se vieron impotentes para luchar contra ETA con esas leyes y no se les ocurrió nada mejor que negociar con la banda y ceder bastante a menudo.

Es que con esas leyes los jueces no pueden convencer al asesino de Marta del Castillo para que diga dónde está su cadáver. Se han gastado ingentes cantidades de dinero en el intento de encontrarla.

Explicado el marco en que nos movemos, casi no es necesario decir que ETA ha condicionado para peor que mal toda la vida política de España. Cuando la banda cometía un atentado, lo hacía para aterrorizar a toda la población.

Ayuso tiene derecho a manifestar su desagrado con ETA. Otegui se jacta de tener al gobierno en sus manos. Otegui influye en leyes que se promulgan. Hay casi cuatro atentados sin resolver y Otegui podría haber participado en alguno o algunos de ellos. Se ha burlado de los españoles colocando terroristas en la lista electoral.

Claro que Ayuso hace bien en pedir la ilegalización de Bildu. Si la Fiscalía y los jueces fueran independientes no habría hecho falta ni que lo pidiera ella. Pero tampoco es probable que Bildu hubiera podido ser legal.

Y nadie tiene derecho a hacer callar a Ayuso, una mujer que siempre va de cara, motivo por el que tiene de los nervios a los malos.

Todavía hay libertad de opinión en España y lo que ha dicho ella es el sentir general. Hay fulanos que dicen impunemente que Zapatero derrotó a ETA, tomándonos por tontos, y nadie les dice que se callen.

Esos libros míos

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