Sopa juliana indigesta
Isabel
Díaz Ayuso es el malecón contra el que rompen las olas de la
insidia y la malasombra, para quedar amansadas y sin efectividad. Su
secreto consiste en saber que ceder ante los abusones lleva a que
abusen más.
Los
hay que bravuconean ante la RAE, que ni puede bajar sueldos, ni
tampoco multar. Hay académicos que saben cuál es su misión y se
esmeran en cumplirla en beneficio de los usuarios de la lengua.
Fernando Lázaro Carreter se esforzó lo indecible para que el
personal no tilde ‘elite’; la mayoría de los académicos ha
convenido en que ‘solo’ no debe tildarse.
Pues
esos que se sublevan ante la RAE obedecen sin rechistar cuando el
jefe de Opinión les ordena cuadrarse. Toca fuego a discreción
contra la presidenta de Madrid, y en ello están, buscando
subterfugios, mintiendo, hablando de protocolos o leyes, pero
omitiendo partes importantes, todos con el culo al aire, humillados
por quien les manda.
Sin
olvidar que el pobre Bolaños, en su intención de hacerle la pelota
al jefe, a quien ha perjudicado no es a Isabel Díaz Ayuso, sino al
PSOE madrileño, que ha protestado. Da pena este chico, al que han
hecho ministro y no sabe como agradecerlo.
Escritora
hay que con la intención de que pongan su nombre a alguna cosa, una
estación de ferrocarril, un playa, un río, y, sobre todo, con el
deseo de agradar a la dirección del medio que le publica sus
artículos, y olvidando que se ha dejado fotografiar en muchas
ocasiones con ropas horteras, ha calificado de hortera la vestimenta
de Ayuso para la ocasión, y ha confundido la hombrera goyesca que
lucía con una taurina. Es un error impropio en alguien que tiene
preparación. Se limita a disparar para que sepan en la casa que ha
disparado.
La
lección que deberían aprender quienes aspiran a ser buenos
políticos es que respetar la ley y los procedimientos merece la
pena.
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