En todos los países del mundo en que rige la prosperidad se respeta la propiedad privada, y en todos los que no se da esta circunstancia la ruina es patente e inevitable.
Los gobernantes que desean mejorar la vida de los ciudadanos se preocupan por entender la condición humana para averiguar el modo de sacar lo mejor de ellos. Lo dicho al empezar está en las nociones básicas.
A lo largo del tiempo, desde el inicio del periodo democrático, no se sabe si a regañadientes o por convicción, ha venido ajustándose a esta norma, pero ha sido llegar Podemos al gobierno y ya está España camino de la ruina, dado el fomento y la protección del movimiento okupa. Esto es una aberración que cuesta muchos millones de euros a los españoles, al dificultar y entorpecer el mercado inmobiliario y el del alquiler. Es preocupante que la sociedad no reaccione a este ataque directo a sus intereses. Es curioso que unos sinvergüenzas logren inocular el sentimiento de culpa a ciudadanos honrados.
García-Page ha ido más lejos con su Ley de Agricultura Familiar y de Acceso a la Tierra en Castilla-La Mancha. Lógicamente, todos los propietarios que se han percatado de que es una ley monstruosa están preocupados y asustados. Los que no se han enterado no tienen remedio. Sus tierras ahora valen muchísimo menos, porque nadie con dos dedos de frente se atreverá a comprar ni un metro cuadrado de tierra en esa Comunidad Autónoma.
Y es que, además, con toda la cara dura necesaria para ello los componentes de ese gobierno regional pretenden hacer creer a los ciudadanos que les han hecho un favor.
Un demócrata respeta a los demás, no trata de dirigir al prójimo hacia ninguna parte, sino ayudarlo en lo que pueda.
Esperemos que el pueblo castellano manchego sea consciente de lo que se juega y en las próximas elecciones García-Page pierda de modo inapelable y tenga que ceder el gobierno.
Esos libros míos
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