Un juez federal, Matthew Kacsmaryk, ha retirado la autorización para comercializar la píldora abortiva mifepristona por considerar que fue aprobada violando el procedimiento adecuado. Ha dado una semana de plazo para apelar.
A la izquierda no le ha dado la gana aceptar el fallo del juez, sino que ha saltado en bloque con la intención de amedrentar a los jueces que se atrevan a ir contra sus dogmas, incluido este mismo juez para cuando tenga que ver la apelación.
Sin duda que Matthew Kacsmaryk sabía a lo que se arriesgaba cuando tomó la decisión, porque ya todo el mundo sabe como se las gasta el movimiento woke. De modo que ha demostrado que es valiente y que intenta aplicar justicia del mejor modo que sabe, rigiéndose por la ley y no dejándose coaccionar.
Estas gentes de izquierdas que han dado lugar al movimiento citado no tratan de convencer, sino de vencer por la fuerza del número. Consiguen adeptos a fuerza de eslóganes facilones y consignas de obligado cumplimiento.
Así pues, no han argumentado en contra de la decisión de juez, lo cual ya da una pista bastante clara, sino que pretenden desacreditarlo en función de su procedencia y los dogmas en los que se apoyan han sido refutados argumentalmente muchas veces, pero a ellos les da igual, porque sus seguidores no se rigen por argumentos, sino que creen lo que les parece que les conviene.
Pues están muy equivocados porque el movimiento woke en el que se encuadran está condenado a desaparecer. Desde que publiqué el libro ‘Aceptar el destino’ en el que hablo de ello, me vengo refiriendo al instinto de supervivencia como especie, del que proceden todas las normas morales y éticas. Este instinto ha de imponerse necesariamente, porque de lo contrario sería el fin de la humanidad y cuando ocurra la aceptación social del aborto desaparecerá y también todas las ideas que no se puedan defender argumentalmente.
Esos libros míos
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