martes, 18 de abril de 2023

Laporta, escocido

 

Que toda la culpa la tiene el Real Madrid y que quieren destruir uno de los símbolos identitarios de Cataluña.

O sea, que es un perfecto catalufo. Recordemos que este término proviene de combinar ‘catalanista’, que no es lo mismo que catalán, con ‘ufólogo’. Encontrar una verdad en algo dicho por un catalufo es algo así como un milagro, o acaso más difícil todavía.

Los catalufos son seres acomplejados, sin confianza en sí mismos y en sus virtudes, ni individual ni colectivamente. Actúan en masa, disciplinada y ordenadamente, para amedrentar a quienes se les oponen o no comulgan con sus ruedas de molino. Para tratar con ellos hay que aceptar su marco mental y a quien no lo hace lo dejan fuera. Si vive en Cataluña puede tener serios problemas. De ahí que muchos se acobarden y se conviertan en más papistas que el papa. Son conversos enfervorizados que ya no distinguen entre un cerdo y una col, solo se fijan en si conviene a la causa o no. En lo que les permite vivir y medrar.

Digo que no tienen confianza en sí mismos porque merced a una de sus señas ‘identitarias’, el lloriqueo, vienen arrancando cuantiosas dádivas a los sucesivos gobiernos de España y con ese dinero han establecido una red de intereses creados, mediante subvenciones y empleos muy bien remunerados y quien sabe si dádivas y regalos, con lo que ‘convencen’ de que sus trolas y embustes no son tales, sino hechos verdaderos. Así, por ejemplo, el Siglo de Oro Valenciano es suyo. No saben que la verdad padece, pero no perece.

Laporta imita al Pujol que logró convencer a los accionistas de Banca Catalana para que se dejaran robar y además se sintieran orgullosos. Aceptaron que el valor nominal de las acciones que poseían pasara a ser 0. Hasta este punto llega el deterioro mental de los catalanistas.

Ya ha llovido desde entonces, pero todo apunta a que Laporta va a tener éxito entre ellos.

Cuestión distinta es que pueda parar el desprestigio y el declive del club.

Esos libros míos

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