jueves, 13 de abril de 2023

El interrogatorio a la enfermera andaluza

 

Dicen que el interrogatorio fue salvaje. No. Los salvajes viven en lugares a los que no ha llegado la civilización, pero eso no significa que no tengan sentimientos, ni que carezcan de códigos.

La enfermera, Begoña Suárez, sufrió un interrogatorio catalanista. Hay que precisar una y otra vez que no todos los catalanistas, aunque así lo crean políticos interesados o idiotas del resto de España.

Los catalanistas no están bien de la cabeza. Han perdido todo vestigio de humanidad, de sentido de la lógica y de la ética. No tienen miramientos, como ha podido comprobar Begoña, en el caso de que no se hubiera dado cuenta todavía, ni tienen sentimientos, ni respetan los ajenos.

Los catalanistas son esclavos de una obsesión y todo aquel que no se someta a sus designios es automáticamente candidato a ser linchado. Porque esa es otra. Además de todo lo dicho anteriormente, son cobardes. Arden en deseos de atacar y destrozar a los que señalan como enemigos, pero solo lo hacen cuando se ven con ventaja y se saben impunes.

El catalanismo no ha dado jamás ningún héroe, nadie que merezca ser citado en una obra seria. Si alguno lo es, la causa es que ha delinquido.

Esa ausencia de personas de valía les lleva a homenajear a seres despreciables, inventándoles biografías que en modo alguno se acercan a la realidad.

El interrogatorio que le hicieron a esta señora, y corrió a cargo de personajes de buen nivel cultural, merece el repudio de toda la sociedad española y no cabe ninguna duda de que los buenos catalanes se avergonzados y apesadumbrados por lo ocurrido.

También el gobierno merece la repulsa por permitir que haya ocurrido.

Cuentan las crónicas que las redes sociales han sido ensuciadas con los vómitos nauseabundos de los catalanistas que las pueblan, que se han hinchado a insultar a la víctima.

El daño que ha causado a Cataluña el virus del nacionalismo será duradero.

Esos libros míos

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