Para la presentación de ‘La del alba’ en Benisa elaboré una pequeña semblanza de los dos amigos que me iban a acompañar. Me centraré en uno de ellos, que es el que interesa aquí, el otro es un cantante de ópera y también más cosas.
Su padre estaba a cargo de una comandancia en el País Vasco. Se les había rogado a los periodistas que fueran discretos y no mencionaran su nombre al dar las noticias relacionadas con su cometido. Lo venían cumpliendo, pero tras un operativo contra ETA la canallesca dio su nombre. Un profesor del colegio de mi amigo lo delató en clase: tú eres hijo de… Se tuvieron que ir del País Vasco.
El hecho de que en tiempos de Franco tuvieran que cambiar de destino por ese motivo da idea de que la sociedad vasca ya estaba enferma. Como la catalana. Franco iba a Barcelona cada dos por tres y favorecía a Cataluña perjudicando a otras regiones para evitarse problemas.
Los redactores de la Constitución tenían información suficiente para ser conscientes de estos problema y la democracia les procuraba unos medios de los que no disponía la dictadura. Sin embargo, lo que hicieron fue darles ventaja a los nacionalistas, con lo cual aquellos problemas latentes en la dictadura se hicieron visibles enseguida y crecieron exponencialmente. Solo faltaba que llegara Sánchez para terminarlo de ‘arreglar’.
Si en lugar de volcarse en los privilegios del pasado, que no tienen sentido en una democracia, hubieran pensado en proporcionar a los ciudadanos un marco legal basado en altos ideales para la convivencia en el futuro, los nacionalistas habrían perdido fuelle, porque sin la capacidad de coacción no van a ninguna parte.
Por otro lado, deberían haber tenido en cuenta a la ETA y deseado proteger a los ciudadanos y para ello nada mejor que la cadena perpetua, con lo cual la victoria sobre la banda habría sido cuestión de poco tiempo. Al optar por el buenismo, la ETA ha condicionado y condiciona toda la política española.
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