sábado, 22 de abril de 2023

Siempre diré ‘Sangenjo’

 

Si hablara o escribiera en gallego lo haría como quiere Feijóo, pero a estas alturas, cuando quizá ya haya doblado la última esquina, no tiene ningún atractivo para mí ponerme a estudiar esa lengua.

Creo conveniente aclarar también que no me importa el uso de las lenguas vernáculas, que cada cual hable como quiera, lo fastidioso es que las impongan por la fuerza, y eso sí que no. Los redactores de la Constitución no se esmeraron en la defensa de la democracia.

Al final, la cuestión es esa. Los españoles llevamos mucho tiempo queriendo vivir en democracia, como los franceses, los italianos, los ingleses…, pero sin hacer ningún esfuerzo en averiguar en qué consiste ser demócrata.

Los españoles accedimos a este sistema democrático porque lo decidieron quienes podían hacerlo. Como si nos hubieran hecho un obsequio. Y por el simple hecho de gozar de un sistema democrático, ya nos creímos todos demócratas, con el resultado de que el personal piensa que la democracia consiste en eligir un dictador cada cuatro años. Como consecuencia, los políticos no están al servicio de los ciudadanos, sino que los tratan como súbditos en la mayoría de los casos y les imponen lo que a menudo son sus taras mentales.

El número de los locos ha aumentado, eso se ve claramente. Y el de los sumisos. Esa gente adicta a la servidumbre voluntaria, ya tiene un motivo más evidente para obedecer.

Insisten todos los dictadorzuelos de vía estrecha en que nombremos las ciudades como a ellos les da la gana, pero si en lugar de Torino decimos Turín, les parece normal y lógico, pero es porque en este caso no tienen jurisdicción, porque si estuviera en su mano también intentarían imponer su ley.

Total, que con eso lo que hacen es gastar ingentes cantidades de dinero para nada, porque el futuro de las lenguas es incontrolable, y además de dinero obligan, sobre todo a los estudiantes, a gastar energías de forma baldía.

Pues que sepan los políticos que actúan así que en el pecado llevan la penitencia, porque su estupidez aumenta día a día.

Esos libros míos

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