Por supuesto que voy a criticar al régimen del 78, pero no por los mismos motivos por los que lo hacen esos degenerados que se han podido incrustar en el gobierno merced al envilecimiento general de la población inducido por el propio régimen del 78.
Porque quienes desarrollaron la idea original, muy bien concebida, no estuvieron a la altura que era menester. No pensaron en el pueblo, al que supuestamente representaban, sino que se creían por encima de él y procuraron por sí mismos, por sus propios intereses.
Si hubieran defendido los intereses de los ciudadanos no habrían incluido el derecho de pernada en la Constitución, que es lo que viene a ser el trato de favor que reciben algunas Comunidades Autónomas.
Tampoco habrían incluido ninguna lengua o religión, que es un modo de obligar a los ciudadanos a pasar por el aro, sino que habrían establecido unas normas generales para regular la convivencia entre todos, y esas normas habrían estado inspiradas por ideales elevados, y no por intercambios mezquinos.
Habrían procurado defender a los ciudadanos de los delincuentes, proponiendo a los tribunales, a los que se habría dotado de forma irreversible de independencia, una tabla de sanciones suficiente para perseguir cualquier tipo de delito de forma eficiente. Alejar de la población la idea de la impunidad es la mejor manera de mantener vivo el sentido moral de la población.
Pero es que tampoco habrían permitido que jueces y fiscales pudieran hacer y deshacer a su antojo, habilitando la posibilidad de que quienes se sintieran perjudicados pudieran querellarse con ellos.
Y por supuesto que las medidas por políticos que resultaran dañosas para los administrados pudieran ser castigadas duramente. Hay políticos que causan perjuicio por ignorancia, aunque en este caso se les puede achacar que por algo tienen asesores, pero hay otros, como puede ser el caso del gobierno actual que están poniendo las cosas muy difíciles para el que les suceda, y eso bien podría merecer la cadena perpetua para todos sus componentes.
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